CULTURA GLOBAL
Cuando, ante la indiferencia popular, las viejas librerías, las tiendas de discos y las salas de conciertos se transforman en bistros, tiendas fashion y cafeterías posmodernas, es que la cultura agoniza. Todos aquellos lugares mágicos que nos guiaban como faros en la tormenta, poniendo al alcance de nuestra curiosidad mundos [simple_tooltip content=’ignorés‘]ignotos[/simple_tooltip], sonidos formidables y pensamientos rebeldes, esos lugares que marcaban el pulso de la cultura de una ciudad han sido desplazados no sólo por [simple_tooltip content=’la maladresse‘]la torpeza[/simple_tooltip] de las editoriales o la amenaza de las descargas ilegales, sino por la especulación inmobiliaria, la competencia desleal de las grandes superficies, la incompetencia de las administraciones y la trivialización del conocimiento. […]
Vivimos gobernados por el poder financiero. La apología de lo superficial, una orgía consumista, el esplendor del low cost intelectual, la movilización de Internet y las redes sociales por la inmediatez y la gratuidad.
¿La globalización? Podría parecer que los cientos de miles de millones de individuos que pululamos por el planeta somos capaces de encontrar todo el conocimiento, el entretenimiento y [simple_tooltip content=’le loisir‘]el ocio[/simple_tooltip] de calidad en [simple_tooltip content=’le marc (de café)‘]los posos [/simple_tooltip]de un cafle latte, en una cadena de televisión dedicada las veinticuatro horas del día a Gran Hermano o en un clic del ratón del ordenador. No es así.
El bienestar de nuestra sociedad, construido de espaldas a la solidaridad, la dignidad, la verdad y la ética, es precario. No podía ser de otra manera; está basado en el egoísmo. La cultura, como la libertad o la democracia, también son creaciones sociales perecederas. Mantener esa llama exige un mantenimiento, una atención constante. En caso contrario retrocederemos y reviviremos miserias pasadas.
Javier PÉREZ DE ALBÉNIZ (escritor español), Reacciona, 2011